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¿Qué hago si mis padres discuten?

¿Qué hago si mis padres discuten?

CAPÍTULO 24

¿Qué hago si mis padres discuten?

Si tus padres discuten delante de ti, ¿cuál suele ser la razón?

□ El dinero

□ Las tareas del hogar

□ Alguien de la familia

□ Tú

¿Te gustaría que supieran cómo te sientes cuando se pelean? ¿Qué les dirías?

․․․․․

LAS discusiones de tus padres te afectan profundamente, y eso es algo que no puedes evitar. Como los quieres mucho y esperas que sean una fuente de apoyo para ti, te sientes muy triste y decepcionado cuando se pelean. Quizá estés de acuerdo con lo que dijo una muchacha llamada María: “Me cuesta mucho respetar a mis padres cuando veo que ellos mismos no se respetan”.

Esas disputas te abren los ojos a una cruda y dolorosa realidad: tus padres no son tan perfectos como pensabas. Y descubrir eso puede generar en ti toda clase de temores. Si las peleas son frecuentes o intensas, tal vez pienses que su matrimonio está a punto de romperse. María añade: “Cuando se ponen a discutir, pienso que van a divorciarse y que tendré que decidir con cuál de ellos voy a vivir. También me preocupa la posibilidad de separarme de mis hermanos”.

Ahora bien, ¿por qué se pelean algunos matrimonios? ¿Y qué puedes hacer cuando tus padres empiezan a discutir?

Por qué se pelean

Por lo general, las parejas que se quieren soportan sus diferencias (Efesios 4:2). Pero la Biblia dice que “todos han pecado y no alcanzan a la gloria de Dios”, así que no debería sorprenderte que de vez en cuando los desacuerdos de tus padres acaben en discusión (Romanos 3:23).

Además, recuerda que vivimos en “tiempos críticos, difíciles de manejar” y que los matrimonios se ven sometidos a mucha tensión (2 Timoteo 3:1). No es nada fácil ganarse la vida, pagar las facturas ni enfrentarse al ambiente laboral. Y si ambos trabajan, puede que haya que añadir otra fuente de tensión: cómo se repartirán las tareas de la casa.

Que tus padres tengan desacuerdos no significa necesariamente que su matrimonio se esté desmoronando. Aunque a veces no opinen lo mismo sobre ciertos asuntos, lo más probable es que sigan queriéndose.

Piensa en lo siguiente. ¿Te ha pasado alguna vez que después de ir al cine con tus amigos tu opinión de la película es diferente a la de ellos? ¿Verdad que eso puede ocurrir? Ni siquiera los buenos amigos piensan siempre igual. Pues lo mismo puede decirse de tus padres. Quizá los dos estén interesados en la economía familiar, pero cada uno tiene su modo de administrar el dinero. Tal vez los dos quieran llevar a la familia de vacaciones, pero cada uno tiene un concepto diferente de lo que significa el descanso. Puede que los dos quieran que te vaya bien en los estudios, pero cada uno piensa que su forma de motivarte es la mejor.

Como ves, aunque dos personas se quieran, a veces van a tener opiniones diferentes. Aun así, hay que reconocer que no es nada agradable para un hijo escuchar a sus padres discutir. ¿Qué puedes hacer cuando te encuentres en esa situación?

Lo que puedes hacer

Respétalos. No es extraño que te molestes con tus padres si los ves pelearse. Al fin y al cabo, ellos deberían darte un buen ejemplo. Pero si los tratas con falta de respeto, solo conseguirás aumentar la tensión familiar. Sin embargo, lo más importante es que Jehová quiere que los respetes y obedezcas, aunque no te resulte fácil (Éxodo 20:12; Proverbios 30:17).

Pero ¿qué harás si discuten por algo que tiene que ver directamente contigo? Digamos, por ejemplo, que tu madre es testigo de Jehová y tu padre no. Puede que de vez en cuando surjan situaciones en las que debas ponerte de parte de Jehová, tal como lo está haciendo tu madre (Mateo 10:34-37). En esos casos, actúa siempre “con genio apacible y profundo respeto”. Con tu comportamiento puedes contribuir a que algún día tu padre se convierta al cristianismo verdadero (1 Pedro 3:15).

Mantente neutral. ¿Y si tus padres quieren que tomes partido en asuntos que no tienen que ver directamente contigo? Trata de mantenerte neutral. Podrías decirles con respeto: “Te quiero mucho, mamá. Y a ti también, papá. Pero preferiría no tener que escoger entre ninguno de los dos. Creo que es mejor que yo no me meta”.

Exprésate. Cuéntales cómo te afectan sus discusiones. Busca un momento en que estén más receptivos y explícales respetuosamente que sus peleas te preocupan, te asustan o incluso te enojan (Proverbios 15:23; Colosenses 4:6).

Lo que no debes hacer

No hagas de consejero matrimonial. Debido a tu juventud no estás preparado para ayudar a tus padres a resolver sus diferencias. Veamos un ejemplo. Imagina que estás en una avioneta y que el piloto y el copiloto empiezan a discutir. Seguramente te pondrías muy nervioso. Pero ¿verdad que no se te ocurriría decirles cómo dirigir la avioneta ni agarrarías los mandos?

Del mismo modo, si tratas de dirigir el matrimonio de tus padres y te metes en sus problemas, solo lograrás empeorar las cosas. Como dice la Biblia, “por la presunción [o insolencia] solo se ocasiona una lucha, pero con los que consultan juntos hay sabiduría” (Proverbios 13:10). Seguro que a tus padres les irá mejor si “consultan juntos”, es decir, si resuelven en privado sus diferencias (Proverbios 25:9).

No te metas. ¿No crees que ya es bastante malo con que dos personas discutan? ¿Qué vas a lograr metiéndote tú también? Por tentador que sea, no intervengas en la discusión. Son tus padres quienes tienen que arreglar sus problemas. Tú, por tu parte, procura seguir este consejo bíblico: “Cada uno preocúpese por lo suyo” (1 Tesalonicenses 4:11, La Palabra de Dios para Todos).

No provoques un enfrentamiento. Algunos jóvenes provocan las discusiones de sus padres poniendo a uno en contra del otro. Si su madre les dice que no, buscan a su padre y apelan a sus sentimientos para arrancarle un sí. Manipulando de esta manera a sus padres, tal vez consigan un poco de libertad, pero acabarán agravando los conflictos familiares.

No dejes que su conducta afecte la tuya. Un joven llamado Peter se dio cuenta de que estaba desobedeciendo las normas cristianas solo para desquitarse de su padre, que maltrataba psicológicamente a la familia. “Quería que él también sufriera —admite—. Estaba muy enojado con él por la manera como nos trataba a mi madre, a mi hermana y a mí.” Sin embargo, al pasar por alto las normas cristianas, Peter tuvo que sufrir las consecuencias de sus acciones. ¿Qué lección nos enseña su caso? Que la mala conducta solo empeora los problemas que uno enfrenta en el hogar (Gálatas 6:7).

Escribe la sugerencia de este capítulo que más necesitas poner en práctica. ․․․․․

Por supuesto, no puedes impedir que tus padres se peleen. Pero puedes estar seguro de que Jehová te ayudará a superar la ansiedad y la angustia que te causa esa situación (Filipenses 4:6, 7; 1 Pedro 5:7).

Haz lo posible por poner en práctica lo que te hemos sugerido. Con el tiempo, tus padres tal vez estén más dispuestos a solucionar sus problemas. Y quién sabe..., quizá hasta dejen de discutir.

EN EL SIGUIENTE CAPÍTULO

¿Cómo puedes enfrentarte a los desafíos de vivir con solo uno de tus padres?

TEXTO BÍBLICO CLAVE

“Sean siempre amables e inteligentes al hablar.” (Colosenses 4:6, La Palabra de Dios para Todos)

UNA SUGERENCIA

Si tus padres tienen a menudo fuertes discusiones, sugiéreles con respeto que busquen ayuda.

¿SABÍAS ESTO?

Aunque dos personas se quieran, no siempre van a estar de acuerdo.

¡MANOS A LA OBRA!

Esto es lo que voy a hacer si mis padres se ponen a discutir: ․․․․․

Si quieren que me ponga de parte de uno de ellos, les voy a decir que... ․․․․․

¿Qué quiero preguntarle a mi padre o a mi madre sobre este tema? ․․․․․

Y TÚ, ¿QUÉ PIENSAS?

¿Por qué se pelean algunos padres?

¿Por qué no tienes la culpa de sus problemas?

¿Qué lecciones puedes aprender al observar su conducta?

[Comentario de la página 201]

“Cuando mis padres discuten, lo que me ayuda es recordar que no son perfectos y que ellos también tienen problemas.” (Kathy)

[Ilustraciones y recuadro de las páginas 206 y 207]

¿qué hago si mis padres se separan?

La separación de los padres puede afectar muchísimo a un adolescente. ¿Qué puedes hacer si te encuentras en esa situación? Aquí tienes algunas sugerencias.

No te hagas ilusiones. Tal vez tu primera reacción sea tratar de reconciliarlos. Anne recuerda: “Después de separarse, mis padres se ponían de acuerdo de vez en cuando para salir todos juntos. Muchas veces, mi hermana y yo salíamos corriendo para dejarlos solos. Pero no funcionó; nunca volvieron a vivir juntos”.

Proverbios 13:12 dice: “¡Qué tristeza da que los deseos no se cumplan!” (Traducción en lenguaje actual). No te hagas falsas ilusiones: recuerda que no puedes controlar lo que hacen tus padres. Tú no causaste su separación, así que probablemente no podrás hacer nada para que se reconcilien (Proverbios 26:17).

● No los odies. Guardar rencor a tu padre o a tu madre a la larga te perjudicará. Tom recuerda cómo se sentía a los 12 años: “Estaba furioso con mi padre. Y aunque no me gusta usar la palabra odio, debo admitir que le tenía mucho rencor. Decía que éramos importantes para él, pero entonces, ¿por qué nos había abandonado?”.

Con todo, en una separación casi nunca hay un “bueno” y un “malo”. Seguro que tus padres no te han contado todos los detalles de su matrimonio o de su ruptura. Quizá ni siquiera ellos comprendan bien lo que pasó. Así que es mejor no juzgar la situación, pues no tienes el cuadro completo (Proverbios 18:13). Tal vez no se te haga fácil controlar tu enojo, y es normal que estés muy molesto por un tiempo. Pero el odio y las ganas de vengarte podrían ir envenenándote poco a poco. Por eso la Biblia recomienda: “Deja la furia” (Salmo 37:8).

● Sé realista. Hay algunos jóvenes que no sienten odio hacia el padre o la madre que ya no vive con ellos, pero se van al otro extremo: lo idolatran. Por ejemplo, un joven recuerda que, por alguna razón, sentía adoración por su padre, aunque era alcohólico y mujeriego y los había abandonado en diferentes ocasiones antes de divorciarse de su madre.

Estos sentimientos son más comunes de lo que parece. Veamos por qué. En muchos casos es la madre quien suele encargarse del cuidado diario de los hijos, lo que incluye la disciplina. Además, su situación económica por lo general empeora después del divorcio, aunque reciba una pensión de su ex esposo. En cambio, la situación económica del padre puede que mejore. Como resultado, visitar al padre se convierte en sinónimo de regalos y diversión para los hijos. Por otro lado, vivir con la madre significa controlar los gastos y obedecer muchas normas. Lamentablemente, algunos adolescentes han dejado a su madre cristiana para irse a vivir con su padre no creyente, que les da más libertad y tiene más dinero (Proverbios 19:4).

Si estás pensando en hacer lo mismo, analiza qué es lo más importante para ti. Recuerda que lo que de verdad necesitas son normas morales y disciplina. Ninguna otra cosa que pueda ofrecerte uno de tus padres tendrá tanta influencia en tu personalidad y en tu vida (Proverbios 4:13).

[Ilustración de las páginas 202 y 203]

Así como no tiene sentido que un pasajero les dé órdenes al piloto y al copiloto, tampoco tiene ningún sentido que un joven les diga a sus padres cómo resolver sus diferencias