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¿Qué tiene de malo hablar de otros?

¿Qué tiene de malo hablar de otros?

CAPÍTULO 12

¿Qué tiene de malo hablar de otros?

“Una vez fui a una fiesta, y al día siguiente todo el mundo estaba diciendo que me había acostado con uno de los chicos. ¡¿Cómo puede ser la gente tan mentirosa?!” (Linda)

“A veces se corre el rumor de que estoy saliendo con una chica, cuando en realidad ni siquiera la conozco. Muchas personas no se toman la molestia de comprobar si lo que dicen es cierto.” (Miguel)

SI UNO creyera todos los rumores que circulan por ahí, pensaría que la vida de la gente es como una telenovela. Mira lo que cuenta Amber, de 19 años: “Han dicho que he estado embarazada, que he abortado varias veces, que consumo drogas y hasta que trafico con ellas. No me dejan vivir en paz. De verdad que no entiendo por qué se inventan todo eso”.

Gracias al correo electrónico y a los mensajes de texto, cualquier persona malintencionada puede echar a perder tu reputación sin siquiera abrir la boca. Solo tiene que presionar unas cuantas teclas para enviar un mensaje falso a esa gente que siempre quiere estar al tanto de todo. De hecho, en Internet hay páginas creadas únicamente para desacreditar a alguien. Y muchos diarios personales colgados en la Red —conocidos como blogs— están llenos de comentarios que nadie se atrevería a hacer cara a cara.

Pues bien, ¿quiere decir esto que nunca se puede hablar de nadie?

¿Se puede hablar de otros?

Marca verdadero o falso:

Siempre está mal hablar de los demás. □ Verdadero □ Falso

¿Cuál es la respuesta correcta? Depende. Conversando de manera informal, a veces se habla de ciertas personas, y eso no es necesariamente malo. A fin de cuentas, la Biblia recomienda que los cristianos “se preocupen” por “las cosas de los demás” (Filipenses 2:4, Martín Nieto, edición popular latinoamericana). Claro, eso no quiere decir que podamos entrometernos en la vida de la gente (1 Pedro 4:15). Sin embargo, estas charlas informales nos permiten saber quién se ha casado, quién ha tenido hijos, y así por el estilo. Seamos francos: es difícil decir que nos interesamos por los demás si nunca hablamos de ellos.

De todas formas, este tipo de conversaciones pueden dar pie a un chisme. Un comentario tan inocente como “Pedro y Ana harían buena pareja” puede convertirse fácilmente en “Pedro y Ana son pareja”, sin que ellos sepan nada de su supuesta relación. “Eso no tiene tanta importancia”, puede que digas, pero pregúntales a Pedro y a Ana...

Una joven de 18 años llamada Julie sufrió mucho por culpa de los chismes. “Me enfadé tanto que empecé a preguntarme si valía la pena confiar en alguien.” A Jane, de 19 años, le pasó algo parecido: “Acabé evitando al chico con el que decían que estaba saliendo. Y no me pareció justo, porque éramos amigos. No es normal que cada vez que hables con alguien comiencen a circular rumores”.

Haz que la conversación tome otro giro

Pues bien, ¿qué puedes hacer cuando te veas tentado a contar un chisme? Para responder a esta pregunta, imagina que vas conduciendo por una carretera con mucho tránsito. Es probable que de repente surja algo que te obligue a cambiar de carril, ceder el paso a otro automóvil o frenar en seco. Si estás atento, verás el peligro y sabrás cómo reaccionar.

Pues lo mismo pasa con una conversación. Por lo general, uno nota cuándo está entrando en “terreno peligroso”. Ese sería un buen momento para hacer que la conversación tome otro giro. De lo contrario, podríamos causar mucho daño. “Una vez hice un comentario negativo sobre una muchacha —cuenta Miguel—, algo así como que estaba loca por los chicos, y ella se enteró. Nunca olvidaré el tono de su voz cuando vino a hablar conmigo. Era evidente que le habían dolido mucho mis palabras. Y aunque arreglamos las cosas, me sentí muy mal por haberle hecho tanto daño.”

Está claro que las palabras pueden ser un arma peligrosa. La misma Biblia reconoce que hay quien “habla irreflexivamente como con las estocadas de una espada” (Proverbios 12:18). Así que piensa bien lo que vas a decir. Obviamente, se necesita mucha fuerza de voluntad para poner fin a una conversación jugosa. Carolina, de 17 años, comenta: “Hay que tener cuidado con lo que uno repite. Si la fuente no es confiable, pudieras estar esparciendo mentiras”. Ante la duda, lo mejor es seguir este consejo del apóstol Pablo: “Hagan todo lo posible por vivir en paz. Cada uno preocúpese por lo suyo” (1 Tesalonicenses 4:11, La Palabra de Dios para Todos).

Entonces, ¿cómo puedes interesarte por los demás y al mismo tiempo respetar su privacidad? Cuando sientas la tentación de hablar de alguien, pregúntate: “¿Estoy seguro de que es cierto lo que voy a decir? ¿Cuáles son mis intenciones? ¿Puedo manchar también mi reputación?”. Esta última pregunta es muy importante, pues tener fama de chismoso es a menudo peor que ser víctima del chisme.

Cuando tú eres el blanco de las habladurías

¿Y qué pasa si es de ti de quien se habla? Eclesiastés 7:9 recomienda: “No te des prisa en [...] sentirte ofendido”. Así pues, evita hacer una montaña de un grano de arena. Como dice la Biblia, “no hay que poner atención a todo lo que dice la gente, [...] pues sabes muy bien que también muchas veces tú has hablado mal de otros” (Eclesiastés 7:21, 22, La Palabra de Dios para Todos).

Es cierto, el chisme nunca está justificado. Pero reaccionar exageradamente podría perjudicarte más que el propio chisme. ¿Por qué no haces como Renata? “Aunque me duele que hablen mal de mí, trato de no darle mucha importancia —dice—. Al fin y al cabo, seguro que a los pocos días estarán hablando de otra cosa.” *

En resumen: debes ser sensato y cambiar de conversación cuando se empieza a hablar mal de alguien. Y si alguna vez llega a tus oídos un comentario poco amable sobre ti, sé maduro y procura no hacer un drama. Deja que tus buenas obras hablen por ti (1 Pedro 2:12). De este modo, te llevarás bien con todo el mundo y conservarás tu reputación ante Jehová.

[Nota]

^ párr. 21 Habrá ocasiones en las que debas abordar con tacto a quien haya esparcido el rumor. Pero por lo general ni siquiera eso será necesario, pues “el amor cubre una multitud de pecados” (1 Pedro 4:8).

TEXTO BÍBLICO CLAVE

“Cuidar las palabras es cuidarse uno mismo; el que habla mucho se arruina solo.” (Proverbios 13:3, Versión Popular)

UNA SUGERENCIA

Si alguien te quiere contar un chisme, puedes decirle que no te gusta hablar de la gente, y menos cuando la persona no está presente para defenderse.

¿SABÍAS ESTO?

Cuando le prestas atención a un chismoso, te conviertes en su cómplice, pues le estás dando luz verde para que siga esparciendo sus chismes.

¡MANOS A LA OBRA!

La próxima vez que sienta la tentación de esparcir un rumor voy a... ․․․․․

Si circulan chismes sobre mí, voy a hacer lo siguiente: ․․․․․

¿Qué quiero preguntarle a mi padre o a mi madre sobre este tema? ․․․․․

Y TÚ, ¿QUÉ PIENSAS?

● ¿Cuándo estaría bien hablar de los demás?

● ¿Has sido alguna vez blanco de los chismes? ¿Qué te enseñó la experiencia?

● ¿Por qué perjudica tu propia reputación esparcir rumores?

[Comentario de la página 107]

“Aprendí bien la lección cuando la persona a la que había criticado se enteró y me lo echó en cara. ¿Qué excusa podía darle? Finalmente entendí que es mejor decir las cosas en la cara que hablar a espaldas de los demás.” (Paula)

[Ilustración de la página 108]

El chisme es un arma peligrosa que puede echar a perder la reputación de una persona