Ir al contenido

Ir al índice

La Biblia les cambió la vida

La Biblia les cambió la vida

La Biblia les cambió la vida

¿QUÉ motivó a un pandillero adicto a la marihuana a reformarse? ¿Por qué un baterista de un grupo de thrash metal decidió cortarse el pelo y abandonar esa música que tanto le gustaba? ¿Cómo se convirtió en ministro cristiano un hombre que rechazaba todo tipo de autoridad, tanto religiosa como estatal? Dejemos que ellos mismos respondan.

“Superé mi adicción” (PETER KAUSANGA)

EDAD: 32 AÑOS

PAÍS: NAMIBIA

OTROS DATOS: EX PANDILLERO Y ADICTO A LA MARIHUANA

MI PASADO: Me crié en Kehemu, uno de los cuatro grandes asentamientos de la ciudad de Rundu, donde la gente vive de la venta de mijo, madera y carbón.

Mi madre murió cuando yo apenas tenía dos años, así que mi abuela se hizo cargo de mí. Nuestras vidas eran muy simples. Aunque era un chico tranquilo, me uní a una pandilla en la escuela debido a la presión de grupo y acabé metiéndome en problemas. Me convertí en un muchacho violento que participaba en peleas callejeras, robaba, traficaba con diamantes, bebía y consumía drogas. En dos ocasiones me detuvieron y terminé en la cárcel por robo y estafa.

Dejé la escuela secundaria sin terminar mis estudios y, tiempo después, me mudé. Quería dejar la pandilla y empezar de cero en otra ciudad. Pero seguía fumando marihuana, aunque para conseguirla tuviera que caminar varios kilómetros.

CÓMO LA BIBLIA CAMBIÓ MI VIDA: A principios de 1999 me abordó una pareja de testigos de Jehová. Me impresionó que me trataran con tanto respeto y dignidad. Y lo que leí en las publicaciones que me ofrecieron terminó por convencerme de que aquella era la religión verdadera. Enseguida me puse a estudiar la Biblia, pero me di cuenta de que, para agradar a Jehová Dios, tendría que cambiar mucho.

Decidí dejar la marihuana. Me puse una fecha límite y me deshice de todo lo relacionado con el vicio. Además, les dije a mis amigos que no quería más cigarrillos y les pedí que no fumaran cerca de mí. Claro, no todo me salió como esperaba, ya que recaí en dos ocasiones. Sin embargo, las palabras de Proverbios 24:16 evitaron que me rindiera. Allí dice: “Puede que el justo caiga hasta siete veces, y ciertamente se levantará”. Con el tiempo superé mi adicción.

Cuanto más aprendía de Jehová, más quería acercarme a él. De hecho, otro texto bíblico que me marcó fue Salmo 27:10: “En caso de que mi propio padre y mi propia madre de veras me dejaran, aun Jehová mismo me acogería”. Al ir aumentando el conocimiento que tenía de la Biblia, comprobé que Jehová se convertía en un amoroso Padre para mí.

También empecé a asistir regularmente a las reuniones de los testigos de Jehová, atraído por el amor y el compañerismo que reinaban entre ellos. Nunca antes había visto algo igual.

QUÉ BENEFICIOS HE OBTENIDO: Me costó trabajo, pero gracias a la ayuda de Jehová y de los Testigos, he mejorado mi aspecto, mi comportamiento e incluso mi forma de hablar. Cuando miro atrás, me doy cuenta de que mi transformación fue tan drástica como la de una oruga que se convierte en mariposa. Mi familia está muy agradecida por los muchos cambios que hice y, lo que es más, confía en mí. Y ahora que estoy casado y tengo hijas, trato de ser un buen esposo y padre.

“Mi vida ya tiene sentido” (MARCOS PAULO DE SOUSA)

EDAD: 29 AÑOS

PAÍS: BRASIL

OTROS DATOS: EX BATERISTA DE UN GRUPO DE THRASH METAL

MI PASADO: Me crié en una familia de devotos católicos, que vivían en Jaguariúna, en el estado de São Paulo. Como de pequeño era monaguillo, mis compañeros de escuela me llamaban “padre”. Sin embargo, mis intereses cambiaron cuando descubrí la música heavy metal a los 15 años. A partir de entonces me metí en el mundo de las bandas de rock y me dejé crecer el pelo. En 1996, mi padre me ayudó a comprar mi primera batería.

Finalmente me uní a una banda de thrash metal en el año 1998. Tocábamos música satánica con letras vulgares y violentas. Poco a poco cambió mi personalidad, y me volví cada vez más agresivo y negativo.

CÓMO LA BIBLIA CAMBIÓ MI VIDA: Tuve mi primer contacto con los testigos de Jehová en 1999. Me ofrecieron un curso bíblico y, aunque no estaba muy interesado, acepté. Para mi sorpresa, lo que aprendí de la Biblia cambió mi visión de la vida.

Me di cuenta de que tocar en la banda me había vuelto egocéntrico y competitivo. Hasta entonces se me conocía como “el melenudo”, “el rockero” o “el baterista”, y eso dejó de gustarme, pues comprendí que la vida de los cantantes que tanto idolatraba no tenía sentido. Si de verdad quería agradar a Jehová Dios, tendría que abandonar tanto aquella banda como la vida inmoral y egocéntrica que llevaba.

Sin embargo, amaba aquella música. No sabía si podría renunciar al pelo largo y la batería. Tampoco sería fácil controlar mi carácter. Pero mi amor por Jehová crecía a medida que lo conocía mejor. Me atraían su personalidad amorosa, su paciencia y su misericordia. Le pedí a Jehová que me diera fuerzas para cambiar, y lo hizo. Pude comprobar que, como dice Hebreos 4:12, “la palabra de Dios es viva, y ejerce poder”.

Enseguida descubrí que los Testigos eran diferentes. Por primera vez en la vida vi gente que realmente se quería. Lo que más me llamó la atención fueron sus congresos anuales. Era impresionante ver a tantos voluntarios trabajando duro para que todos los asistentes disfrutaran de aquellas grandes reuniones.

QUÉ BENEFICIOS HE OBTENIDO: Con la ayuda de Jehová, he aprendido a controlar mi genio y ya no soy tan egocéntrico y orgulloso.

Tengo que reconocer que al principio echaba de menos los viejos tiempos, pero ahora no. Mi vida ya tiene sentido. He aprendido a pensar en quienes me rodean, y eso me hace feliz.

“Ahora sí me importan los demás” (GEOFFREY NOBLE)

EDAD: 59 AÑOS

PAÍS: ESTADOS UNIDOS

OTROS DATOS: NO ACEPTABA NINGUNA AUTORIDAD

MI PASADO: Crecí en una ciudad costera de clase media llamada Ipswich (Massachusetts). De adulto, me mudé a un área remota de Vermont, donde mi novia y yo decidimos vivir de forma muy simple, quizás un tanto extremista para los estándares norteamericanos. No teníamos electricidad, por lo que cocinábamos y calentábamos la casa con leña que recogíamos en el bosque. Tampoco disponíamos de agua corriente la mayor parte del año. Y el baño era, en realidad, una letrina. Estábamos en contra de la sociedad establecida y queríamos que se supiera por nuestra forma de vivir e incluso por nuestro aspecto. Me enorgullecía de haber pasado seis meses sin peinarme.

La guerra de Vietnam, en la que se hallaba inmerso el país por aquel entonces, alimentó todavía más mi rechazo hacia la autoridad. La hipocresía del gobierno y la religión acabó con la poca confianza que tenía en estas instituciones. Al final, llegué a la conclusión de que cada uno debía decidir por sí mismo lo que estaba bien o mal. Por eso no me importaba robar algo si lo necesitaba.

CÓMO LA BIBLIA CAMBIÓ MI VIDA: Mi novia y yo habíamos empezado a leer la Biblia, pero no fuimos capaces de entenderla. Además, yo quería dejar de tomar drogas. Mi novia, por su parte, quería que nos casáramos y tuviéramos hijos. Fue entonces cuando una testigo de Jehová llamó a nuestra puerta y empezamos a estudiar la Biblia con ella.

Dejé mis vicios enseguida. Pero aprender a respetar la autoridad me resultó bastante más difícil, pues me había acostumbrado a cuestionarlo todo. Como crecí sin que apenas me pusieran límites, me costaba mucho obedecer otras normas que no fueran las mías.

Siempre creí que debía existir un Creador, pero tenía una idea muy vaga de él. Todo cambió cuando comencé a estudiar la Biblia. Entonces su personalidad fue cobrando forma. Comprendí claramente cuáles eran sus requisitos y lo que él esperaba de mí. ¡Y no se andaba con medias tintas! También descubrí que se propone convertir la Tierra en un paraíso (2 Pedro 3:13). Cuando aprendí todo esto, de inmediato quise cambiar y servirle.

Asimismo, me impresionó que los Testigos se negaran a ir a la guerra. No conocía ninguna otra religión en la que sus miembros de todo el mundo siguieran ese principio bíblico.

Además tenía que arreglar mi aspecto. Al principio me resistía a vestirme como los demás Testigos. Nadie entre mis conocidos usaba ropa de vestir: ni camisa, ni pantalones, ni zapatos... ¡mucho menos una corbata! Aun así, me corté el pelo y me vestí mejor. Recuerdo la primera vez que salí a predicar de casa en casa. Al ver mi reflejo en un cristal, me dije horrorizado: “Pero ¿qué he hecho?”. Poco a poco fui acostumbrándome a mi nueva imagen.

QUÉ BENEFICIOS HE OBTENIDO: Finalmente, mi novia y yo nos casamos y tuvimos tres hijos. En la actualidad, seguimos felizmente casados, y nuestros hijos aman y sirven a Jehová. Además, disfruto enseñando a otros las mismas verdades que transformaron mi vida.

Antes no me interesaba lo que pensara la gente. Pero ahora sí me importan los demás. Y algo que me hace todavía más feliz es que también otros se interesan en mí.

[Comentario de la página 26]

“Seguía fumando marihuana, aunque para conseguirla tuviera que caminar varios kilómetros”

[Comentario de la página 28]

“Lo que aprendí de la Biblia cambió mi visión de la vida”

[Comentario de la página 29]

“Al principio me resistía a vestirme como los demás Testigos”