Ir al contenido

Ir al índice

Bucarest: una ciudad, dos caras

Bucarest: una ciudad, dos caras

Bucarest: una ciudad, dos caras

DE NUESTRO CORRESPONSAL EN RUMANIA

A PRIMERA vista, el horizonte de Bucarest parece dominado por una sola edificación, el Palacio del Parlamento (1), que en la era comunista se conocía como el Palacio del Pueblo. Esta sobria estructura, que figura entre las más grandes del mundo, es una de las principales atracciones turísticas de la ciudad.

El palacio representa en varios sentidos la cara moderna de Bucarest. Sin embargo, este inmenso edificio provoca diversos sentimientos entre los lugareños, quienes esperan que el visitante también sepa apreciar la otra cara de la ciudad, la que se refleja en la atractiva arquitectura de su pasado.

La capital de antaño

Bucarest fue proclamada capital de Rumania en 1862, y durante la segunda mitad del siglo XIX experimentó un rápido desarrollo. A lo largo de sus arboladas avenidas se fueron alzando edificios públicos —enormes pero elegantes— que diseñaron arquitectos franceses. Debido a sus numerosos parques, jardines y plazas, llegó a ser considerada una ciudad jardín. Y cabe destacar que fue una de las primeras ciudades del mundo iluminadas con farolas de aceite. El Arco del Triunfo (2), inspirado en el de los Campos Elíseos de París, se levantó en 1935 en la hermosa avenida Kiseleff. Gracias al pintoresco aspecto de la ciudad, un francés podía muy bien sentirse como en casa. De hecho, Bucarest ha llegado a ser conocida como el París del Este y el pequeño París.

Tras la segunda guerra mundial, ya bajo el dominio comunista, la ciudad sufrió cambios radicales. Una tercera parte del centro urbano, que albergaba numerosos monumentos históricos, fue demolida para construir edificios de viviendas. Tan solo entre 1960 y 1961 se construyeron alrededor de veintitrés mil apartamentos. En 1980 comenzaron los planes para levantar el Palacio del Pueblo, que llegó a contar con cientos de lámparas de cristal y con un refugio antiaéreo a 90 metros (300 pies) bajo tierra. Con más de 360.000 metros cuadrados (3.875.000 pies cuadrados), 12 plantas y 1.100 habitaciones, es tres veces mayor que el Palacio de Versalles francés. Para construir el palacio, así como el gran bulevar que conduce hasta su fachada —una avenida más amplia que la de los Campos Elíseos—, se demolieron extensas zonas de la parte antigua de Bucarest. La ciudad cambió tanto que quienes la habían conocido antes apenas podían reconocerla después.

Para muchos residentes, el imponente edificio es un sombrío recordatorio de su constructor, el fallecido dictador Nicolae Ceauşescu. En el afán de levantar un monumento para su propia gloria, dispuso de casi setecientos arquitectos e hizo que las obras avanzaran durante las veinticuatro horas del día utilizando a decenas de miles de trabajadores en tres turnos. Cuando su régimen cayó en 1989, el palacio aún no estaba terminado, aunque ya se habían gastado más de 1.000 millones de dólares en él.

La otra cara de Bucarest

En la parte del casco viejo que queda en pie se ve una cara muy distinta, pues en ella aún puede admirarse la elegante arquitectura de la Bucarest antigua. Y en el Museo del Pueblo (3), uno de los muchos de la ciudad, se muestran al visitante las variadas tradiciones de la Rumania campesina. Este museo, asentado en un tranquilo parque a orillas de un lago, consiste en una fascinante colección de más de cincuenta hogares rurales y otras edificaciones de todo el país que se reensamblaron pieza a pieza. Cada casa es en sí misma un museo que exhibe las herramientas, los oficios y el ambiente hogareño de una Rumania muy distinta de la Bucarest actual.

Los barrios antiguos y modernos de Bucarest no están bien delimitados, por lo que no es raro ver edificios vecinos de épocas muy distintas (4). En efecto, las dos caras de Bucarest se alzan lado a lado, de modo que en sus calles el pasado se funde con el presente.

[Ilustraciones de la página 10]

1 Palacio del Parlamento

2 Arco del Triunfo

3 Museo del Pueblo

4 edificios vecinos de épocas muy distintas

[Reconocimiento]

© Sari Gustafsson/hehkuva/age fotostock