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Pronto todos gozaremos de buena salud

Pronto todos gozaremos de buena salud

Pronto todos gozaremos de buena salud

“LA IDEA de no volver a enfermar nunca [...] está de moda”, publica la revista alemana Focus. Sin embargo, el concepto no es nuevo. El Creador de la humanidad jamás quiso que esta enfermara. Su propósito no era que hubiera solo “un nivel aceptable de salud para todo el mundo” (cursivas nuestras), sino que el ser humano gozara de salud perfecta.

¿Por qué, pues, padecemos enfermedades y dolencias? La Biblia narra que Jehová Dios creó perfectos a nuestros primeros padres, Adán y Eva. Cuando concluyó su obra, “vio Dios todo lo que había hecho y, ¡mire!, era muy bueno”. Nuestro afectuoso Creador nunca se propuso que la enfermedad y la muerte plagaran a los seres humanos. Pero cuando Adán y Eva eligieron abandonar la senda de la vida que tenían ante ellos, cayeron en el pecado. El resultado fue la muerte, que transmitieron a toda la humanidad (Génesis 1:31; Romanos 5:12).

Jehová no rechazó de plano a los seres humanos ni abandonó su propósito original para ellos y el planeta Tierra. En la Biblia, de principio a fin, manifiesta su intención de restaurar a la humanidad obediente al estado primigenio de buena salud. Cuando Jesucristo, el Hijo de Dios, estuvo en la Tierra, demostró el poder de su Padre para curar lepra, ceguera, sordera, hidropesía, epilepsia y parálisis (Mateo 4:23, 24; Lucas 5:12, 13; 7:22; 14:1-4; Juan 9:1-7).

Dios pronto dará instrucciones a su Rey Mesiánico, Jesucristo, para que asuma el control de los asuntos de la humanidad. Bajo su administración, se cumplirá la profecía de Isaías: “Ningún residente dirá: ‘Estoy enfermo’. La gente que more en la tierra constará de los que habrán sido perdonados por su error” (Isaías 33:24). ¿Cómo se hará eso realidad?

Tomemos en cuenta que el profeta habla de los seres humanos que habrán sido “perdonados por su error”. Por tanto, el origen de la enfermedad, es decir, el pecado heredado, será borrado. ¿Cómo? Se aplicará el valor del sacrificio redentor de Jesús a la humanidad obediente, lo que eliminará la causa de enfermedad y muerte. Habrá condiciones paradisíacas en cada rincón de la Tierra. El apóstol cristiano Juan escribió: “[Dios] limpiará toda lágrima de sus ojos, y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor. Las cosas anteriores han pasado”. Esta promesa se cumplirá en breve (Revelación [Apocalipsis] 21:3, 4; Mateo, capítulo 24; 2 Timoteo 3:1-5).

Seamos equilibrados

Mientras tanto, la enfermedad es el pan de cada día para millones de personas. Por ello, es normal que nos preocupemos por nuestra salud y la de nuestros seres queridos.

Los cristianos de hoy valoramos mucho los esfuerzos de la profesión médica y tomamos medidas razonables para recobrar y conservar la salud. Sin embargo, la promesa bíblica de un futuro sin dolencias nos ayuda a ser equilibrados en este aspecto. Sabemos que no se conseguirá salud perfecta hasta que el Rey Mesiánico tome las riendas del mundo. Tal como hemos visto, ni siquiera los descubrimientos más asombrosos han permitido que la medicina alcance la fruta más jugosa de la copa del árbol: buena salud para todos.

Pronto se alcanzará el objetivo de “un nivel aceptable de salud para todo el mundo”, pero no lo harán la ONU ni la Organización Mundial de la Salud ni los planificadores de los recursos naturales ni los reformadores sociales ni los médicos. La consecución de tal objetivo está reservada a Jesucristo. ¡Qué felicidad reinará cuando la humanidad sea finalmente “libertada de la esclavitud a la corrupción y ten[ga] la gloriosa libertad de los hijos de Dios”! (Romanos 8:21.)

[Ilustraciones de la página 10]

Todos gozaremos de buena salud en el nuevo mundo de Dios